Tenía tantas ganas de tener un gato y tanto miedo de que muriera. Todo se me muere, desaparece, me abandona o no contesta más los mensajes. Pero vi una publicación de un gato blanco y negro, como el que yo tenía cuando era chica. Tenía una máscara negra: Batcat. Así se podría llamar. ¿Será macho? Si no se podría llamar Catwoman. Era tan peque. Eran muchos, pero yo me había enamorado de ese. Todos los días veía la publicación. Uno a uno se los fueron llevando, pero a Batcat nadie lo quería. Seguía ahí, con su carita de gato necesitando cariño, calor.
Esa mañana vi una nueva publicación de Batcat y en un acto impulsivo escribí:
Yo: Buen día. Me enamoré del gato negro y blanco que tiene un antifaz. Si todavía lo tenés, quisiera adoptarlo. Gracias.
Sol Entonado Amarillo : Buen día!!! Siiii, es un hermosor y tiene una energía divina. Es muy cariñoso y le encantan las personas. Son gatites que nacieron en el mes de abril. Tiene una energía muy vincular, ¿vos de que signo sos?
Yo: Soy de Libra.
Sol Entonado Amarillo : Pero ¿en qué signo tenés la luna?
Yo: En Aries, creo, pero no tengo mucha idea de eso.
Sol Entonado Amarillo : Entonces se van a llevar fantástico. Les gatites son el reflejo de nuestra luna. No hay duda que este gatito es para vos.
Compré el cacodromo, las piedritas, la comida y un medicamento para ponerle al agua porque fue destetado antes de tiempo; y el sábado fui a buscar a Batcat.
Sol Entonado Amarillo me recibíó en un centro cultural. Me hizo pasar. Me ofreció el porro que estaba fumando. Charlamos. Intenté ser amable. Imposible. Yo con miedo cancelo la empatía y el sentimiento. Sino me largo a llorar. No manejo los grises.
Ella no paraba de hablar. Cuando volvió de su divague mental me dijo:
— Ay, pero que tarada! No te presenté a Inti Raymi. Asi le pusimos pero vos podés bautizarlo como quieras —dijo mientras su voz se perdía en la otra habitación.
Volvió con un gato negro que le entraba en la palma de la mano. No se movía mucho. Yo me saqué mi bufanda de hilo y lo envolví. Se hizo un bollito, y ahí se quedó. No paraba de temblar.
Había un detalle, no era Batcat. Era un gato negro. Me encantan, pero no era del que me había enamorado. No dije nada. Mi dieron pena los ojos tristes y lo adopté. Como lo que quiero nunca va a suceder, me conformo con lo que hay.
Seguí llamándolo Inti. En mi mano tenía el transportín que me habían prestado, pero cada vez que ponía al gatito adentro, empezaba a maullar. Era mejor llevarlo en la bufanda.
Cuando llegamos a casa quise dejarlo en el suelo, pero volvió a maullar. Era insoportable. Agudo y lleno de angustia. Volví a alzarlo, le di de comer arriba de la mesada. Tomó agua, comió un poquito y volvió a maullar
—Por favor, callate. ¿No querés estar conmigo? Te llevo de vuelta. Quizás soy una incapaz y lo sabes.
Sus maullidos iban en aumento. Arrancaba bajito, y terminaba casi a los gritos. Lo alcé. Lo mecí como si tuviera un bebé en las manos. Dejó de llorar, y empezó a ronronear bajito. Se hizo un bollito y se metió debajo de mi brazo.
— Bueno mi amor, yo te voy a cuidar, te juro. Voy a hacer todo lo que está a mi alcance para que no te falte nada. Las parejas no me salen porque elijo muy mal. Pero te juro que voy a ser una muy buena madre.
Lo dejé en una caja de zapatos que había llenado de unas bufandas y un peluche. Le saqué una foto, la subí a Facebook demostrando que había podido adoptar un gato. Lo tuve que alzar porque no se callaba.
—Quizás es tu forma de decirme que no querés estar conmigo. Quizás estabas mejor con Entonada. Ella es más linda y seguramente más cariñosa. Como mi ex, que eligió a otra.
Inti asomó su carita, entre la bufanda y me miró. Lo acaricie y ronroneó.
— Sí, ya sé que no me dejó él. Lo dejé por incapaz. Como siempre, elijo mal, los dejo y después cuando efectivamente dejan de escribirme, de llamarme o se ponen de novio con otra, me deprimo. ¿Estás mejor? Dejaste de maullar. Con vos voy a poder, Inti. Mañana vamos a ir al veterinario, a ver si sólo llorás porque sos un maricón o porque te duele algo. No te llevo ahora porque vivimos en el medio de la nada, ya es de noche y no debe haber un veterinario cerca que esté abierto.
Lo puse en un bolsillo del saco que tenía puesto. Entraba justo. Le saqué una foto, le puse el filtro Juno, y la posteé en Instagram. No tardaron en llegar los corazones: en 10 minutos tuvo 50. Casi el doble de lo que tuvo alguna vez una foto mía. Muchos comentarios y felicitaciones. Que era hermoso, que te cambia la vida, que los gatos negros son lo más, que son una hermosa compañía, que era igual a su último gato que había muerto de sida… Y yo que no podía dejar de tocarlo porque arrancaba a maullar, me empecé a angustiar.
Sol entonado amarillo : ¡Que hermoso! Ya es parte de la familia. Parece que está muy cómodo ahí entre lanas y peluches
Yo: ¿Con vos también maullaba todo el tiempo?
Sol entonado amarillo : Sí, es un gato muy hablador.
Yo: Pero no lo puedo dejar solo que empieza a maullar. Solo se calma si lo estoy tocando.
Sol entonado amarillo : Es que busca el calor humano. Debe estar extrañando a les hermanites.
Yo: ¿Pero lo llevaste al veterinario?
Sol entonado amarillo : No, sólo los desparasitamos. No le pusimos ninguna vacuna porque todavía son muy peques. Pero como toman leche y comen solos nos dijeron que estaban bien. Confía en el universo que te hace este regalo.
Me acosté en la cama. Inti quería quedarse al lado mio. Yo tenía miedo de darme vuelta y aplastarlo. Lo bajé y lo puse en la caja. Tenía sueño y me quedé dormida.
Me desperté con un líquido caliente cayéndome en mi cuello. No podía entender qué pasaba. Toqué y estaba Inti. Lo bajé gritando.
—Eso no se hace. ¿Cómo me vas a mear? Si yo te puse piedritas. Bueno este es el límite. Ya está, no sé, no puedo, no quiero. Hoy te devuelvo o te dejo afuera. Yo no estoy bien para hacerme cargo de vos. No tengo paciencia. Menos mal que adopté un gato y no se me ocurrió arrancar con un pibe.
Fui a la cocina a buscar una esponja para limpiar la sábana y la almohada. Cuando volví veo que Inti estaba en la misma posición que lo había dejado. Hacía un maullidito sin fuerza. Lo levanté. Vi que su cuerpo estaba todo flojo, como un títere sin titiritero.
—Por favor gatito no te mueras. Juro que te voy a cuidar. Que no te voy a retar. Que te voy a tener paciencia. ¿Qué te pasa?
Puse a Inti en el piso, e intenté que se parara pero se desmoronaba. Lo puse adentro de la bufanda Me puse una campera encima del piyama, agarré las llaves y salí a la calle rumbo a la única veterinaria que conocía.
Mientras caminaba, todos los animales que me cruzaba empezaron a aullar. Un gato enorme y negro se acercó a la reja por donde yo estaba pasando, mirándome fijo. Le acerqué a Inti. El gatote negro empezó a pasarle su lengua áspera por la cara. Estaba vivo. Se movía. Empecé a correr tan rápido como las pantuflas me permitían. La veterinaria estaba cerrada. Me vio una señora que estaba baldeando la vereda con su gato amarillo que también maullaba.
— La veterinaria no abre los domingos. La única que vas a encontrar abierta a esta hora de la mañana es la de Dolores Prats y Gaona.
— Gracias. Eso es a 15 cuadras. Necesito que lo atiendan ya —ahí la señora se dio cuenta que yo tenía un gatito envuelto en la bufanda
— ¿Qué le pasa?
— No sé, ayer lo adopté.
— A ver, pero ese gato ya esta… ¡Ay no, se mueve, está vivo!
No dejé que terminara la frase, y empecé a correr intentando no perder una pantufla, ni caerme.
—Por favor gatito no te mueras. No me hagas esto. No voy a poder soportarlo. ¿Vos también te vas a morir y me vas a dejar? Me voy a morir sola y seca en esa misma casa en la que vivo ahora. Nadie se va a acordar de que existo.
Todos los animales del barrio se habían despertado y aullaban. Se escuchaba como los dueños intentaban hacerlos callar. Un perro se nos acercó ladrando y me quiso morder. Corrí y casi nos pisa un auto.
Llegué a la veterinaria. Casi rompo el vidrio de la entrada de tantos golpes que le di para que me abrieran.
— ¡Necesito que lo vean ya!
— Hola, buen dia.
—¡Necesito que vean ya a mi gato! No sé qué le pasa, pero no se puede morir— dije mientras le extendía a Inti envuelto en la bufanda. Un perro que yo no había visto en la sala de espera, se me vino al humo.
—¿Pueden sacar este perro de acá? Lo único que le falta a mi bebé es que lo lastimen.
—Tranquilícese señora—caminamos por un pasillo largo hasta el consultorio. Tardamos una eternidad.
—Yo te voy a sacar de esta, mi amor.
—Buen día, ¿qué le pasa al bebé?—la veterinaria se acercó para saludarme con un beso en el cachete, pero inmediatamente se retiró estirando la mano. Debía tener olor a meo en el pelo.
—No sé. Está debilucho. Está todo muy flojito. Y ya ni maúlla con fuerza.
La veterinaria lo agarró, lo sacó de la bufanda, y lo acostó en la camilla. Revisó los ojos, le tomó el pulso.
— Este gatito está muy enfermo.
—¿Y así lo dice?¡ Algo tiene que poder hacer! ¿No tiene un desfibrilador?¿No va a hacerle reanimación?— Yo seguía masajeándolo en el pecho.
Lo levanté de la camilla, lo llevé hacia mi pecho y lo mecí como un bebé. A Inti le empezó a salir espuma blanca por la boca, y se volvió a mear. Me puse a llorar.
— Puede dejar el cuerpito acá que nosotros nos hacemos cargo.
Dije que no con la cabeza y salí de la veterinaria. No podía dejar a Inti para que lo tiren entre gasas, jeringas y la comida del mediodía.
Llegué a casa sin fuerzas. Todos los gatos de la cuadra me estaban esperando. Me miraban fijo y maullaban. El gato más grande y feo me quiso morder. Basta no le hice nada, déjennos en paz. Saqué cinco cucharadas de tierra del cantero. Puse a Inti envuelto en la bufanda. Presioné bien la tierra, me despedí del gatito y entré a casa.
Escribí en la ventanita de Sol Entonado Amarillo.
Yo: Inti murió. La próxima vez que regales un gato bebé, llevalo al veterinario antes o avisá que no lo hiciste.
Sol entonado amarillo : ¿Cómo? ¿Qué paso? ¿Qué le hiciste?
Yo: ¿Qué le voy a hacer? Nada. Di todo de mí, la mejor comida, agua, cariño. Era mi hijo. La veterinaria me dijo que estaba muy enfermo.
Sol entonado amarillo : ¡Que tristeza! Con las ganas que tenías de adoptar un gato. Igual me parece importante que puedas reflexionar sobre la llegada de Inti a tu vida. Todo lo que nos sucede es una proyección de nuestros pensamientos.
Yo: No puedo creer lo que estoy leyendo. ¿Me das un gato enfermo y es sólo proyección mía? Yo ni siquiera elegí a este. Yo quería el blanco y negro.
Sol entonado amarillo : ¿Y por qué no me lo dijsite? Quizás este animalito vino a enseñarte a pedir lo que querés.
Yo: A parte de hippie y abarzadora serial de árboles, sos una psicópata. Menos mal que no tenés un pibe. Si se enferma, sos capaz de preguntarte qué es lo que está intentando decirte y no llevarlo al médico.
Sol entonado amarillo : No voy a recibir tu agresión que no merezco. Si querés podemos arreglar y te doy el otro gatito.
Yo: ¿Vos te pensás que es un intercambio de peluches? Lo que voy a hacer es agradecerle al universo que me haya regalado esta experiencia inigualable. ¿Me podés decir cómo se hace el ritual? ¿Tengo que abrazar el árbol?
Por la ventana vi como el perro de enfrente desenterró a Inti y se lo llevó, colgando de la bufanda.